Considerado entre los mejores libros de 2012 por “El Ángel” del periódico Reforma.
Matar, de Carlos Sánchez, es un libro que provocará adicción. Desde el momento en que se inicia su lectura, la adrenalina se desborda. Se trata de crónicas escritas en la alcantarilla misma de la vida, donde aun los de corazón más noble pasarían de largo. Justo es ahí, donde pareciera que no hay más esperanza, donde pareciese que termina la fe y principia la devastación moral, exactamente es ahí donde Sánchez se ha zambullido, como para ahogarse por nosotros y salir a tomar aire cuando todas las agujas marcan ceros. Matar es un libro que obliga a llamar a las cosas por su nombre. Más bien es un libro que obliga a nombrar. Yo lo leí y una gota de sudor escurrió por mi nuca. Intenté releerlo y las lágrimas nublaron mi vista. Hete aquí la prueba de dolor y de piedad, en que insistía Wilde. Hete aquí un libro que hay que leer de pie.
Eusebio Ruvalcaba
En Matar no hay concesiones ni figuras retóricas ni poesía de alambique. Tampoco filigranas en laboratorio de adjetivos. Se trata de testimonios desnudos, a veces cómicos; trágicos, por supuesto; tiernos, apasionados, pero siempre conmovedores, demoledores, de vértigo.
Homicidas se hacen voz en la pluma de Carlos Sánchez y nos la arroja con una honestidad que desarma. En Matar, los autores nos muestran el rostro de un sistema que engulle a los desamparados, a los invisibles, a los sin nombre, y entre ellos, a las más frágiles, víctimas de las víctimas: las mujeres.
Ay de aquel que se asome a estas páginas con los prejuicios que dan el sillón y las pantuflas, porque corre el riesgo de que se le indigeste la cena y las sentencias.
Imanol Caneyada
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