Por donde abunda la malva, y da el camino un rodeo, iba un ángel de paseo, con una cabeza calva.
Del castañar por la zona, la pareja se perdía, la calva resplandecía, lo mismo que una corona.
Sonaba el hacha en lo espeso, y cruzó un ave volando: pero no se sabe cuándo, se dieron el primer beso.
Era rubio el ángel; era, el de la calva radiosa, como el tronco a que amorosa, se prende la enredadera.
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