Durante años, Arminé Arjona ha plasmado en la piel de la ciudad un testimonio fragmentado y lúcido de tragedia y resistencia. El talante corrosivo de su poesía se combina con la arquitectura de los barrios juarenses en cuyas bardas han quedado registrados algunos de sus versos: rimas de una extraña belleza.
Además de expresión literaria, la escritura de Arminé es una forma de arte-acción de gran potencia. En su concisión, aloja verdades sobre la vida en una ciudad donde la gente lucha por sobreponerse a avasallantes violencias estructurales. Apuesta por la denuncia, por la memoria y también por la vida. Sin embargo, se ve de frente con la muerte. La increpa, camina con ella, la compadece. La piel del llanto documenta un largo y doloroso capítulo que no termina, y es también un intento indispensable por dar sentido a la esperanza de quienes sufren, gozan y resisten. –Willivaldo DelgadilloAcepta las cookies para continuar