Un grupo de sicarios en huelga, un par de leones flacos que no comen por depresión, un cuidador que ha desaparecido, un hombre destinado a ser el bocadillo de las fieras, una familia de testigos de Jehová, un adolescente a punto de ser absorbido por la “maña” y un veterinario que da terapia
psicológica a mascotas son algunos de los elementos que conforman esta novela de Alfonso López Corral, cuyo oficio, en esta entrega literaria, se suscribe a un realismo fuera de serie que no coincide con la novela sobre el crimen o la narco novela. López Corral inventa su propio género, el
naturalismo fársico, ya que logra retratar a detalle una realidad que se anula a sí misma por su propio sinsentido: la violencia derivada del narcotráfico al sur de Sonora. Gracias al ritmo trepidante y al registro coral preciso del autor, podemos ver aquello que escapa delante de nuestras narices: la furiosa melancolía que produce estar vivos y siempre al borde de la muerte. Ésa es la tensión que captura, como si fuera un león enjaulado, esta obra entre sus páginas. Franco Félix
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