Sonora se desarrolla gracias al impulso de las empresas generadoras de riqueza, empleos e impuestos federales, empresas que continúan operando a pesar de la turbulencia económica y del creciente y asfixiante centralismo, provocando presiones sobre las variables económicas, como la inflación, las tasas de interés y el tipo de cambio, indicadores que se contienen con dificultades crecientes y por si fuera poco, la pandemia de salud por el Covid-19 y su manejo desatinado, agrega un factor de incertidumbre y desesperanza.
Este centralismo y el uso discrecional de los recursos federales, generan una sequía presupuestal en muchos estados federados, obligando a los tres niveles de gobierno a plantear una profunda revisión del sistema hacendario y del pacto fiscal.
Es necesario reconocer las bondades de una república federal y promover una nueva política federalista para un México que reclama un desarrollo económico y social más justo y equitativo. Un nuevo acuerdo de coordinación fiscal que no castigue, sino que reconozca e incentive a la empresa y a los gobiernos que contribuyen a la grandeza de nuestro país. Aún estamos a tiempo de hacer los ajustes necesarios para evitar una crisis económica con potenciales consecuencias negativas en la pobreza y la desigualdad.
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