Nada es cierto, todo es cierto si indagamos acerca de Las Elegantes. Lo que en definitiva no es verdad es que muriera cada una por su lado. La muerte las tomó a todas juntas. Gordas y con ganas de divertirse, en un after en el local invernadero. Fallecieron a punto de irse cada quien, a esa hora de la mañana, a su casa. Murieron en pleno goce. Y ese día murió igualmente lo que hubiera sido un camino de renovación en la escritura mexicana. Por primera vez –nunca ha vuelto a suceder–, un grupo de escritoras se portaba mal, por decirlo de alguna manera. Ofrecían en sus textos y en sus conductas lo que nadie esperaba de ellas. Ojalá que su legado, ya no su presencia física, sacuda de una buena vez las escrituras actuales. –Mario Bellatín.
En Las Elegantes, un grupo de señoras de buen comer, buen leer y magnífico escribir (además de un gusto excelso en el vestir) crea una obra única que llega a nosotros gracias a una antología minuciosa, convertida en un aparato literario ensamblado con humor e irreverencia. Más que un libro, es un dispositivo lúdico, una especie de cohete de diamantina listo para explotar en lo más alto y envolvernos en el color y la luz de esos fuegos artificiales, que sólo laten en la imaginación más vital, sin límites y “portentosa”, como diría alguna de las autoras aquí compiladas. –Elma Correa.Acepta las cookies para continuar