Dice Deleuze: "La catástrofe es el lugar de las fuerzas". Comentando cuadros de Miguel Ángel, Cézanne, Bacon o Michaux, nos muestra la condición ineludible de la pintura por librarse de fórmulas y clichés, procurando en esa germinación caótica o caos germinal, el surgimiento de una fuerza creadora.
Observando desde ese mirador deleuziano, el arte de los seis pintores mexicanos se me presenta en un escenario inédito. Algo más que un punto de partida o de un método de revisión y análisis encuentro al acercarme ahora a una obra de José Clemente Orozco o de Arturo Rivera, demorándome en localizar la aniquilación de los lugares comunes; o detectando el protagonismo de la mano sobre el ojo en varias piezas de Francisco Toledo; o contemplando la importancia estelar del dibujo en la pintura de Ricardo Martínez y su alianza con el color; o mirando los rituales de Rafael Coronel donde se ejercen todas las gamas y las intensidades de la condición del hombre.
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