Cuando se enfrentan por vez primera los poemas de Tres veces espejo de Juan Manz, atraen como flujo imantado, imágenes espaciales que se expanden exuberantes en una multiplicidad de resonancias y hacen eco en la concavidad de nuestro ser durante la lectura. El poema nos atrapa enteros y obliga a profundizar en esa reinvención del cosmos habitado por astros y...
Cuando se enfrentan por vez primera los poemas de Tres veces espejo de Juan Manz, atraen como flujo imantado, imágenes espaciales que se expanden exuberantes en una multiplicidad de resonancias y hacen eco en la concavidad de nuestro ser durante la lectura. El poema nos atrapa enteros y obliga a profundizar en esa reinvención del cosmos habitado por astros y estrellas que intuimos son mucho más que eso. Al recibir estas imágenes poéticas y hacerlas nuestras, se realiza su valor de comunicación entre dos subjetividades, la imagen parecería emanada de nosotros mismos, nos concierne…Esta experiencia inicial tiene mucho del temblor emocional que conlleva el latir de la palabra poética, fenómeno de duplicación que complace y obliga a posteriores lecturas más detenidas. –Inés Martínez de Castro N.