En este libro, Cipriano Durazo Robles, deja un testimonio claro de su pasión por el cuento, quizás como fruto de los talleres que en un momento de su vida, tomó con Guillermo Samperio, René Avilés Fabila, Mario Bellatín y Eugenio Aguirre, los cuáles le hablaron de la tradición cuentística de Juan José Arreola y de la literatura mexicana.
Todos los textos tienen un común denominador que son protagonizados por un narrador omnisciente tan camaleónico que lo mismo puede estar del lado de liberales que de conservadores, pero confiado siempre en el olfato y experiencia de ser leal con la psicología y diferenciación de cada personaje, según el lugar donde estén.
Aquí habría que descubrir si el autor se inclina más por el Periodismo o por las Letras, porque navega en ambos mares, y reinventa la Historia poniendo muchos pasajes de ficción, generando polémica por el uso de los hechos pretéritos con gran dosis de fantasía e imaginación.
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