En Santiago Tlaltelolco, el joven escriba (tlacuilo) bilingüe Antonio Valeriano, es comisionado por su protector y maestro para que -encubierto- investigue un fuerte y persistente rumor que corre entre los indígenas de las poblaciones del valle de México. Se trata de una hierática historia que asegura que Tonantzin, la madre de los dioses vencidos, ha tomado la forma de una deidad extranjera para brindarle a su fiel pueblo el consuelo y la protección que merecen.
Siglos después y en el mismo espacio geográfico, el arzobispo de la ciudad de México convoca al prestigiado historiador Joaquín García Icazbalceta para encargarle que realice una investigación a fondo, a fin de establecer de una vez por todas la veracidad de los acontecimientos que abrieron paso al culto de la Virgen de Guadalupe.
Para ambos -por distintas razones- llevar a cabo su respectiva encomienda representará una catarsis, y un acontecimiento que habrá de cambiar la dirección de sus vidas.
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