Los hombres solos son una especie muy peculiar. Suelen encontrarse rodeados de gente pero separados de ella por una esfera intangible: un halo de ausencia o extrañamiento. A los hombres solos casi nunca les sobra una sonrisa, ni le estorba una frase de consuelo. Son hombres como cualquiera, con la única y especial diferencia de que están y estarán siempre solos.
Las mujeres inventadas, por el contrario, casi siempre están acompañadas y en sus bocas abundan las palabras certeras, las sonrisas bien agudas como navajas, los cabellos expertos en volar al viento. Las mujeres inventadas rondan en todo sentido a la perfección y su único defecto mayor, si es preciso mencionarlo, es que rara vez son lo bastante osadas para atreverse a descubrir que fueron inventadas por hombres solos.
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