Las historias de Tristes sombras no exploran lo fantástico sobrenatural, y sin embargo, hay en sus escenarios y personajes una atmósfera siniestra cargada de otras formas del terror humano que avanzan por un laberinto mental, físico y emocional, recorriendo caminos llenos de recuerdos, angustia y dolor. En las celdas o en los patios, estos seres se convierten, precisamente, en la proyección oscura del cuerpo que dejaron en el mundo al que pertenecían, y sin embargo, acaso sea esa oscuridad la que les otorga un nuevo brillo y una vitalidad que destella gracias a la alienación como único modo de sobrevivencia. –Iliana Vargas
En Tristes sombras los cuentos dan voz a aquellos que han sigo marginalizados y condenados a vivir entre las sombras de la locura, la nostalgia, la pérdida y la desesperanza. Los personajes, vencidos por la vida misma, se refugian en el recuerdo de lo que tuvieron, en el abandono, las promesas caducas y el desaliento. El psiquiátrico la Castañeda y el Palacio de Lecumberri son los espacios que albergan el último destino de cada protagonista cuyo final es la inevitable metamorfosis a sombras.Acepta las cookies para continuar