Como aquel personaje de Juan Rulfo en el cuento “Luvina”,Gustavo Ogarrio se preguntó: ¿En qué país estamos? Y su respuesta se fue destilando a lo largo de diez años en sus colaboraciones para “La Jornada Semanal”, de donde se extraen estas demoledoras crónicas.
Sin medias tintas, nos muestran un país casi esquizofrénico que cree vivir en un reino idílico mientras es incapaz de ver la crudeza de su realidad. Una fantasía que sólo puede explicarse mediante la construcción de una realidad alterna. Para exhibirla, tal como lo hicieron otros grandes como Carlos Monsiváis o José Joaquín Blanco, por citar sólo a dos de nuestro país, varias de estas crónicas desmenuzan el significado y la función de ciertos ídolos de masas (Juan Gabriel, José José, Chabelo, El Chavo, entre otros), cuya asociación a nociones particulares de nacionalismo no es gratuita. Otro tanto analiza el manejo, mediático y de facto, de fenómenos naturales (terremotos, pandemias), sociales (el Teletón, las baladas románticas, las estrellas del rock y del pop).
Recurriendo sin pudor al bisturí del ensayo, Ogarrio nos expone todo esto como la pantalla de un añejo engranaje político cada vez más opresor y criminal, con los tres últimos presidentes (Fox, Calderón y Peña Nieto) compartiendo el poder y sus canciones melodramáticas con el crimen organizado hasta convertir nuestro territorio en el país del horror. –Mauricio Bares
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