El envenenamiento de un perro desata la peor venganza; un gobernador, mitad miserable mitad hijo de puta, es el blanco de un atentado; dos jóvenes ladrones huyen en una camioneta sin frenos; un viaje familiar en auto nuevo termina en balacera; una mujer tullida compra a sus amantes; otra busca a través de la brujería acabar con sus fantasmas y el maldito insomnio.
Con estos relatos Farías dejó el bullpen —diario calentaba brazo desde una librería— para mostrarnos sus mejores lanzamientos y lograr con el lector un juego perfecto: el no saber en dónde acabarán los entrañables personajes. La narrativa de Farías, por fortuna, no es pretenciosa. Es modesta, como se escriben las mejores.
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