Jaime estudia Contabilidad y justifica su medianía como alumno con su anhelo por ser escritor y por ganarse el amor de una amiga. Pero su extrema timidez y su pasión por la literatura-&-otras-sustancias lo acorralan en esos terrenos también: «Me faltan poco más de seis meses para terminar mis estudios en Contabilidad y sigo igual de pendejo que cuando culminé la secundaria. Me refiero a mi educación docente, porque en los otros tópicos, como el amor, las relaciones humanas y mi carrera literaria, estoy aún peor».
Con Mi reflejo en una montaña cubierta de nieve, Juan Mendoza rinde un divertidísimo homenaje a escritores malditos y underground, Rimbaud, Kafka, Bukowski, Fante, José Agustín, Parménides García Saldaña… Y de paso mantiene vivo sobre el papel el lenguaje de la calle en una novela hilarante, sagaz y brutalmente honesta:
«Me llegó dinero vía depósito bancario. Tan sólo 200 pesos. Tan sólo una fortuna. No era de ninguna prestigiosa editorial que hubiera aceptado uno de mis cuentos para antologarlos en un libro de Narrativa Joven de Fin de Milenio ni el adelanto por mi columna semanal en algún periódico de fama nacional. El billete llegó porque hace poco le escribí un e-mail desesperado a mi madre diciéndole que no tenía ni para comer. Redacté dos páginas completitas de Word. Así que mi amada madre mandó la respuesta con 200 varos. Da lo mismo si se vendió uno de mis cuentos o si se vendió mi misiva electrónica. Dinero es dinero y proviene de la literatura».Acepta las cookies para continuar