A Cojones —que bien podría ser un tataranieto de Nietzsche surgido por generación espontánea en La Laguna— se le ocurre combatir su hartazgo con el robo de una hielera llena de burritos aprovechando que la dueña va por una soda al Oxxo. Secundado por su hermano Conejo, corren durante varias calles cargando la hielera, la mesita y hasta la bolsa de dinero, sin sospechar que ya son buscados por los hijos de la doña, ayudados por un narquillo, el Kevin, y sus secuaces comandados por el Comal, dando inicio a esta historia de enredos, sinsabores y carcajadas.
La Nena Domínguez, la Chetos de Bolita, el famoso Guadalupano Domínguez, una boda, el Peppa Pig Friki Festival, todo le sirve a Cojones para pasar por la guillotina a los hombres, las mujeres, los matrimonios, los hijos, la religión, hasta Coldplay, y desde luego, a la fábrica de mejicanitos.
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