En una de las páginas de este libro un personaje que compra gatos de pueblo en pueblo observa al mar y piensa: tanto horizonte a tiro de piedras es dañino.
Sentirse enclaustrado de frente a la vastedad es precisamente lo que le ocurre a los seres humanos atrapados en este puñado de cuentos: una mujer que no se acuesta con su marido pero tampoco le permite masturbarse; un hombre que dejó la pistola en casa; la esposa de un reo que se vuelve a su vez su prisionera; una chamaca con polio y poderes mágicos. Compas incompletos. Sombrerudos que se salen con la suya. Héroes del miedo. Con una narración paciente pero a la vez vigorosa y firme, la prosa de Alfonso López Corral se nos entrega sin prisa, bien dorada por el malvado sol del norte mexicano. En sus cuentos el tiempo se hace vivo y corre descalzo. De repente sentimos que acabamos de interrumpir un ritual del que todo el lugar es cómplice.
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